viernes, 24 de agosto de 2012

Un grupo de personas desorientadas - 3


un grupo de personas desorientadas
–Hola.

–Hola.

–Hola.
un tipo
Pasen.
un grupo de personas desorientadas
–Maestro, yo le pago la semana que viene.

–Yo no sé cuándo le pago.

–Yo le pago. ¿Tiene cambio?
un tipo
No. No tengo plata.
un grupo de personas desorientadas
–Entonces le pago la semana que viene.
un tipo
Bueno. No hay problema.

Hoy les voy a enseñar a preparar mate. Vengan.

Bueno. Lo primero que hay que hacer es poner agua acá. ¿Ven? Esto se llama pava. Llenamos la pava de agua y la ponemos en la hornalla. Bueno. Después se enciende la hornalla. La hornalla se puede encender con un fósforo, con un encendedor, algunas tienen un botoncito que hace una chispita eléctrica, se puede usar un encendedor viejo, sin gas, y prenderla con la chispa que hace a piedra. Pero hay que saber ubicar el encendedor viejo a la distancia exacta, ni muy cerca ni muy lejos de la hornalla, porque si no la hornalla no se prende. Si alguien tiene un encendedor les muestro. ¿Alguien tiene? Gracias. ¿Ven?

Bueno. Se pone la pava y lo que pasa es que el fuego provoca unas reacciones químicas que hacen que el agua se caliente. Bueno. Mientras se calienta el agua agarro este chirimbolito, que se llama mate, y lo lleno con este polvito, que se llama
un grupo de personas desorientadas
–Maestro.
un tipo
¿Sí?
un grupo de personas desorientadas
Ya sabemos cómo se hace mate.

No somos tan pelotudos.
un tipo
¿Sí?

Bueno. ¿Qué quieren que les enseñe?
un grupo de personas desorientadas
–No sé.

–Cualquier cosa.

–Algo de sabiduría.
un tipo
A ver esto.

Hay que sufrir. Cuanto más se sufre más se aprende.

Sufran un rato. Yo enseguida vengo.
un grupo de personas desorientadas
Suframos.

un tipo
Hola. ¿Sufrieron?
un grupo de personas desorientadas
Sí.
un tipo
¿Y qué aprendieron?
un grupo de personas desorientadas
–Yo me di cuenta de que dediqué mi vida a algo que no puede ser tomado en serio, como constatación de que a mí no se me puede tomar en serio.

–Yo me di cuenta de que me pasé la vida rodeado de boludos.

–Yo pensé que está bien que haya gente que se muere de hambre porque una vez en la eternidad uno tiene que morirse de hambre. Pero no sé si está bien pensar eso. ¿Está bien pensar eso?

–No está bien.

–Alguien siempre va a haber que se muera de hambre.

–¿Por qué?

–Porque en el mundo tiene que haber de todo. Y si en el mundo tiene que haber de todo, tiene que haber gente que se muera de hambre. Porque si no hubiera gente que se muere de hambre, no habría de todo.


¡Maestro, no entendemos!
un tipo
¿Alguien quiere mate?
un grupo de personas desorientadas
–Yo voy a sufrir un rato más. A ver si entiendo.

–Yo también.

–Yo también.

–¿Qué hora es?

–¡Uy, mirá la hora que se hizo!

–Chau.

–Chau.

–Chau.

(Continuará.)

jueves, 23 de agosto de 2012

Un grupo de personas desorientadas - 2


un grupo de personas desorientadas
–Hola.

–Hola.

–Hola.
un tipo
Pasen.
un grupo de personas desorientadas
¡Nos estaba esperando!
un tipo

Sí.
un grupo de personas desorientadas
¡Qué honor!
un tipo
Yo no les voy a mentir. Yo les podría decir que ustedes no pueden irrumpir así en la casa de una persona e imponerle obligaciones y responsabilidades que no pidió, y que yo tengo muchas cosas que hacer y que tengo una vida de la que ocuparme. Pero la verdad es que estoy solo y mi vida es una mierda. No tengo nada que hacer. No me interesa nada. Pero entre todo lo que no me interesa, lo que menos me interesa de todo es convertirme en
un grupo de personas desorientadas
Maestro
un tipo
Maestro, sí, maestro de un grupo de
un grupo de personas desorientadas
–No le interesa.

–Es increíble.

–Es un genio.

–Tiene que ser nuestro maestro.

–Hasta ahora es el mejor.

¿No le interesa para nada?
un tipo
Para nada.
un grupo de personas desorientadas
¿Nada nada nada?
un tipo
No. Y ahora si me disculpan…
un grupo de personas desorientadas
–Nos está echando.

–Es un manantial de sabiduría.

–¿Y qué tenemos que hacer?

–Hay que insistir hasta que diga que sí.

–Esa debe ser la primera lección.

Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor. Por favor.
un tipo
Bueno, basta.
un grupo de personas desorientadas
–Flagelémonos.

–Eso, flagelémonos.

–¡Ay!

¡Ah!¡Aia!
¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Ay! ¡Por favor! ¡Uy! ¡Por favor! ¡Por favor!
un tipo
Bueno, está bien, paren.

Alguien que me explique cómo es.
un grupo de personas desorientadas
Nosotros venimos, lo escuchamos y usted nos enseña.
un tipo
¿Qué les enseño?
un grupo de personas desorientadas
–Lo que se le ocurra.

–Cualquier cosa.

–Donde hay sabiduría cualquier enseñanza es buena.
un tipo
¿Qué poder tengo?
un grupo de personas desorientadas
–¿Qué nos está queriendo decir?

–Es un enigma.

–Pensemos.

–Poder.

–¿El poder de enseñarnos?

–Sí, claro, él puede enseñarnos.

–Yo entiendo lo que dice. Lo que pasa es que no puedo ponerlo en palabras.

–Yo no. Pero ya voy a entender.

–Es tan bueno poniendo en palabras lo que uno no puede poner en palabras.

No entendemos, Maestro. Díganos la solución del enigma.
un tipo
¿Qué enigma?
un grupo de personas desorientadas
–Otro enigma.

–Éste es mucho más complicado.

–“¿Qué enigma?”

–Qué poder tengo.

–¿Vos?

–No. No sé quién.

–Ése es el enigma, justamente.

–¿Ése es el enigma?

–Yo no sé.

–Por eso él después pregunta “¿Qué enigma?”

–Para que nos demos cuenta de que hay más de un enigma.

–¿Qué es un enigma?

–En una de esas un enigma responde el otro enigma.

–Él pregunta “¿Qué enigma?” como queriendo darnos a entender que lo que planteó antes no era un enigma.

–Entonces ya no hay dos enigmas.

–Hay uno solo. 

Pero tampoco, porque si el primer enigma no es un enigma entonces el segundo enigma tampoco es un enigma.
–Pero si el segundo enigma no es un enigma entonces el primer enigma sí es un enigma.

–Y si el primer enigma es un enigma entonces


¡No entendemos, Maestro!
un tipo
No importa. Si yo les voy a enseñar quiero que me paguen. Sesenta pesos por mes. Cada uno. ¿Les parece bien?
un grupo de personas desorientadas
Sí.
un tipo
Les tendría que haber pedido setenta y cinco.
un grupo de personas desorientadas
Sesenta nos parece bien.
un tipo
¿Me pagan ahora?
un grupo de personas desorientadas
No. Mejor la semana que viene.
un tipo
Bueno. No hay problema.
un grupo de personas desorientadas
–¿Qué hora es?

–¡Uy, mirá la hora que se hizo!

–Chau.

–Chau.

–Chau.

(Continuará.)

Un grupo de personas desorientadas - 1

un grupo de personas desorientadas
Hola. Estamos buscando a alguien que nos guíe. No necesariamente un líder, aunque puede ser que tenga que ejercer algún tipo de liderazgo. Lo que estamos buscando es un centro de energía antropomórfica alrededor del cual organizarnos.

Estamos muy perdidos.

Sin rumbo.

El viento nos lleva y nos trae, nos lleva y nos trae.

Somos conscientes de eso.

Somos conscientes de muchas cosas.

Somos un grupo de gente consciente y desorientada que necesita un Maestro que guíe sus pasos. ¿Usted estaría dispuesto a convertirse en nuestro Maestro?
un tipo
¿Yo? ¿Por qué yo?
un grupo de personas desorientadas
Usted o cualquiera. Es lo mismo.
un tipo
Yo no tengo nada que ver con la docencia. No tengo nada que enseñarle a nadie.
un grupo de personas desorientadas
Mejor. Si tuviera algo que enseñarle a alguien, eso no nos serviría a nosotros. Porque nosotros no somos alguien. Nosotros somos un grupo de gente perdida en busca de un Maestro.

–Lo que tenga que enseñarnos le será revelado.

–Usted es un centro de energía.

–Centro gravitatorio.

–De energía.

–Gravitatorio. La gravedad no es energía. Es un efecto de la curvatura del espacio.

–Por eso. De energía.

–Preguntémosle al Maestro.

Maestro. ¿Centro de energía o centro gravitatorio?
un tipo
Ehh… Gravitatorio.
un grupo de personas desorientadas
El Maestro dice que gravitatorio.

Usted es un centro gravitatorio.
un tipo
¿Qué es un centro gravitatorio?
un grupo de personas desorientadas
El Maestro nos está tomando lección.

¡Respondamos, respondamos!


–Es como un centro de gravedad.

–Algo que atrae, ¿no?

–¿Qué es la gravedad?


¿Qué es la gravedad, Maestro?
un tipo
No sé.
un grupo de personas desorientadas
–Dice que no sabe.

–¿Cómo puede ser?

–Quiere que nosotros encontremos la respuesta.

–Es como Sócrates.

–Qué genio.

–Voy a averiguar en internet.

–¿Qué hora es?

–¡Uy, mirá la hora que se hizo!

–¿Nos vemos mañana?

–Dale.

–Chau.

–Chau.

–Chau.


(Continuará.)

Un grupo de personas desorientadas - 0

Domingo y todavía no escribí nada. Lunes y todavía no escribí nada. Martes y todavía no escribí nada. Martes a la noche y tengo algo medio listo, pero hay que revisarlo. Miércoles. Jueves. Voy a hacer trampa y poner algo viejo.
Fragmento de allá por el 2005. Soy un desastre. No le pongo fecha a nada.
Se publica en varias partes. Por lo menos dos. O tres.
Un día de estos que me den ganas agarro y lo sigo.
Lo más probable es que no.
Pero en una de esas sí, quién te dice.

domingo, 12 de agosto de 2012

Material nuevo / Rutina / Triglicéridos

Es sábado y no tengo nada. Como era de esperarse.
Voy a ver si escribo algo ahora. Algo que no le interese a nadie. Así lo leen por encima y no se dan cuenta.
Desde hace rato que estoy por empezar a escribir una obra nueva. Un material nuevo. Porque yo ya no sé si escribo obras. Desde hace ya más de un mes que tengo todo ahí y no arranco.
El primer obstáculo con el que me encuentro es que tengo estructurado el día de manera que no me deja lugar para la escritura.

Ya sé que el verdadero obstáculo es que hay una resistencia interna a la escritura que bla bla bla. Ya hablé mucho de eso. Ahora no estoy hablando de eso. Estoy hablando, en todo caso, de las formas que esa resistencia elige para manifestarse. De cómo acciona esa resistencia para impedirme la escritura. Y una de las formas, la primera que se me aparece, es que mi rutina (si es que se la puede llamar así) diaria ha sido armada sin tener en cuenta la escritura. Corolario: no considero la escritura como algo importante. A la hora de armar mi rutina diaria tuve en cuenta el desayuno, el almuerzo (más o menos), la merienda, ir al baño a la mañana, preparar clases, dar clases y una cantidad de cosas más. Pero no tuve en cuenta la escritura.

Cuando uno no es de esos escritores que gana plata con lo que hacen, hay una tendencia a que esto suceda: a empezar a considerar la escritura un pasatiempo, y de ahí a dejarla de lado hay un paso. Porque, seamos sinceros, hay montones de pasatiempos más interesantes.

La escritura es, en todo caso (para los que no ganamos plata con lo que escribimos, por lo menos) una necesidad. Cuando uno no necesita escribir, no escribe.
Y la escritura deja de ser algo importante.

(Yo igual digo que si a uno le interesa volver a escribir algún día es mejor escribir cada tanto aunque sea sin ganas, aunque sea cualquier tontería, para no perder el entrenamiento, porque después si no cuesta un huevo.)

Lo primero que debería hacer, entonces, es reacomodar mi rutina para dejarle un espacio a la escritura.
El problema es que además el médico me recomendó caminar una hora por día. Para bajar los triglicéridos.
De más está decir que no estoy caminando una hora por día. Lo hice en las vacaciones y lo pude más o menos mantener en el verano. Pero el trajín del año se fue imponiendo y ahora a duras penas puedo caminar un poco cada tres o cuatro días.
Así que ya tengo que ubicar dos cosas: la caminata y la escritura.
Porque estar sano también es importante, ¿no?, digo yo. Si no estás sano, estás jodido. No escribís, no hacés nada.
Si a esto tengo que sumarle una hora diaria, ponele, para escribir, ya necesito que el día tenga dos horas más.
Y encima ahora que podría estar dedicándome a eso, estoy escribiendo esta huevada.
Estoy escribiendo esto porque lo prometí, y porque además tengo como 15 minutos para sentarme a escribir y en 15 minutos con lo otro no puedo ni empezar, porque para colmo tengo pilas y pilas de material desordenado, desparramado por todos lados, escrito a mano, en archivos de word, en entradas de un blog privado en el que voy escribiendo todo lo que se me ocurre, en papelitos, en cuadernos...
Hace falta mucho entusiasmo para emprender la tarea. Y por lo menos un par de horas libres. Y estar concentrado, no distraerse con boludeces ni con la televisión ni con internet ni facebook ni nada. Y mucho entusiasmo.

sábado, 4 de agosto de 2012

Nadadoras / Propósito / Refugio



Cada vez más estoy convencido de que el común de la gente es de idiota para abajo.
Es decir. Me voy a escribir a un bar, porque en eso consiste toda mi estrategia creativa, en salir de casa cuando quiero escribir, porque en casa no escribo y en un bar por lo menos puedo escupir estas cosas, y la tele está puesta en las olimpiadas, por supuesto, cosa que a mí me importa más bien nada, pero da la casualidad de que están las nadadoras, rompiéndose el culo las pobres chicas desde vaya a saber cuándo por conseguir una centésima de segundo de gloria, y los únicos comentarios que se escuchan en las mesas, tanto de parte de hombres como de mujeres, son del orden de "¡Mirá qué cuerpo! ¡Parece un macho! ¿Eso es una mina?"
[Originalmente había escrito "...por conseguir algo de gloria, una centésima de segundo de gloria..." La pesqué y eliminé lo que sobraba. Estoy notando que tengo una tendencia a la repetir para enfatizar que me rompe un poco las bolas.]

Quiero decir acá que este blog no me está dando el resultado que esperaba. Lo estoy dejando estar, y justamente de eso se trataba la cosa, de no dejarlo estar. La única cosa para la que tenía que servirme el blog, que era para seguir escribiendo, y no me está sirviendo. Ya me quejé a Blogger pero no me han dado bola. Señores Blogger: quiero decirles que el blog no me está sirviendo para lo que yo supongo que tiene que servirme. Hagan algo. Abrazo, yo. El próximo mail va a ir con "saludos" en lugar de "abrazo", a ver si así se amedrentan. Por lo tanto, mi nueva estrategia creativa con respecto al blog es que voy a publicar, sí o sí, obligatorio, una entrada por semana. Por lo menos. Después, si quiero más, más. Pero vamos a empezar con una por semana. Una vez por semana, por ejemplo los viernes a la noche, voy a publicar la entrada que empecé a escribir la semana anterior en el estado en que se encuentre, sin revisar nada más.
Eso es todo lo que tengo que decir con respecto a mis estrategias creativas.

Seguro que no lo voy a cumplir.

La dificultad que me presenta la escritura del blog, doctor, con respecto a la escritura dramática es que el que habla soy yo, no un personaje. Me siento expuesto. Me agarra el miedo de escribir boludeces. Cuando escribo teatro nunca tengo miedo de escribir boludeces porque el personaje es el boludo que habla, que para eso está, y cuántas más alegrías nos dan los personajes boludos que los vivos. El personaje inteligente es el cáncer de la escritura dramática. Es mejor volverlos boludos de chiquitos (lo cual por suerte simplemente sucede, porque es uno el que escribe).
Acá, en el blog, la convención social dice que el que habla soy yo, y eso hace todo mucho más difícil.
Lo primero que tendría que hacer un escritor es quedar como un boludo. Recién después de eso puede empezar a decir algo interesante: cuando ya todo está perdido.
Pero me parece que todo esto ya lo escribí en algún momento, en alguna otra entrada. Escribo siempre más o menos lo mismo.
No escribo tan bien como quisiera. No soy tan inteligente como quisiera, ni tan profundo ni tan original como quisiera, como me parece que se supone que uno tendría que ser para tener derecho a hablar.

Estos últimos párrafos me parecen mal si intentan explicarme o justificarme y me parecen bien si lo que intentan es analizarme. No sé qué es lo que intentan.

No puedo escribir si no me siento a salvo. Lo primero que necesito hacer es colocarme en un lugar seguro, cuidarme el culito ("¡No soy yo el que habla, es el personaje...!"), y recién ahí puedo escribir. De lo contrario, no escribo sino que me la paso buscando ese lugar seguro desde el cual puedo escribir impunemente. Esa búsqueda constante impregna mi escritura. El texto (la situación) se convierte en eso: los intentos constantes de un tipo por ponerse a salvo mientras intenta decir algo.
No sé si no hay otra posibilidad. El monito, antes de empezar a los gritos, se sube lo más alto que puede a la palmera. Es instinto.
Los problemas que tenemos con la escritura tienen que ver más que nada con que ésta implica, en su mayor parte, ir de frente en contra del instinto. En muchísimos aspectos. En aspectos que ni siquiera nos imaginamos ahora que estamos escribiendo o leyendo esto.

Todo esto lo escribo para evadirme, para evitar por un rato pensar en las cosas que me están comiendo la cabeza. Cosas que me interesan mucho más que toda esta huevada. Cosas del orden de lo vital, no de lo creativo. Entre escribir y vivir, hay que elegir vivir. Escribir, escribe cualquiera. No es más que cuestión de entrenamiento.


Mientras escribimos...
Me olvidé.

Ah, sí. Mientras nos pasan cosas, hablamos de otras cosas. No hablamos de lo que nos pasa. Lo que nos pasa, nos pasa. Hablamos de otra cosa. Y lo que decimos dejará entrever en mayor o menor medida lo que nos pasa, en tanto seamos más o menos hábiles en las artes del ocultamiento.
En eso consiste, más que nada, el teatro.

Por ejemplo. Yo tengo la teoría de que la gente no es tan idiota como parece. Pero se vuelven idiotas para interactuar con el mundo, porque es una posición segura. Que el tipo que dice "¡Mirá qué espalda! ¡Parece un macho!", es capaz de pensamientos bastante más profundos que ese, pero que jamás se permitirá darlos a conocer en público porque eso sería quedar como más inteligente que lo que considera seguro. El pudor de la inteligencia. Instinto. La boludez es un refugio. Como el escritor que necesita quedar como un boludo antes de empezar a escribir. Como el monito subido a su palmera. Al final es todo lo mismo.