domingo, 12 de agosto de 2012

Material nuevo / Rutina / Triglicéridos

Es sábado y no tengo nada. Como era de esperarse.
Voy a ver si escribo algo ahora. Algo que no le interese a nadie. Así lo leen por encima y no se dan cuenta.
Desde hace rato que estoy por empezar a escribir una obra nueva. Un material nuevo. Porque yo ya no sé si escribo obras. Desde hace ya más de un mes que tengo todo ahí y no arranco.
El primer obstáculo con el que me encuentro es que tengo estructurado el día de manera que no me deja lugar para la escritura.

Ya sé que el verdadero obstáculo es que hay una resistencia interna a la escritura que bla bla bla. Ya hablé mucho de eso. Ahora no estoy hablando de eso. Estoy hablando, en todo caso, de las formas que esa resistencia elige para manifestarse. De cómo acciona esa resistencia para impedirme la escritura. Y una de las formas, la primera que se me aparece, es que mi rutina (si es que se la puede llamar así) diaria ha sido armada sin tener en cuenta la escritura. Corolario: no considero la escritura como algo importante. A la hora de armar mi rutina diaria tuve en cuenta el desayuno, el almuerzo (más o menos), la merienda, ir al baño a la mañana, preparar clases, dar clases y una cantidad de cosas más. Pero no tuve en cuenta la escritura.

Cuando uno no es de esos escritores que gana plata con lo que hacen, hay una tendencia a que esto suceda: a empezar a considerar la escritura un pasatiempo, y de ahí a dejarla de lado hay un paso. Porque, seamos sinceros, hay montones de pasatiempos más interesantes.

La escritura es, en todo caso (para los que no ganamos plata con lo que escribimos, por lo menos) una necesidad. Cuando uno no necesita escribir, no escribe.
Y la escritura deja de ser algo importante.

(Yo igual digo que si a uno le interesa volver a escribir algún día es mejor escribir cada tanto aunque sea sin ganas, aunque sea cualquier tontería, para no perder el entrenamiento, porque después si no cuesta un huevo.)

Lo primero que debería hacer, entonces, es reacomodar mi rutina para dejarle un espacio a la escritura.
El problema es que además el médico me recomendó caminar una hora por día. Para bajar los triglicéridos.
De más está decir que no estoy caminando una hora por día. Lo hice en las vacaciones y lo pude más o menos mantener en el verano. Pero el trajín del año se fue imponiendo y ahora a duras penas puedo caminar un poco cada tres o cuatro días.
Así que ya tengo que ubicar dos cosas: la caminata y la escritura.
Porque estar sano también es importante, ¿no?, digo yo. Si no estás sano, estás jodido. No escribís, no hacés nada.
Si a esto tengo que sumarle una hora diaria, ponele, para escribir, ya necesito que el día tenga dos horas más.
Y encima ahora que podría estar dedicándome a eso, estoy escribiendo esta huevada.
Estoy escribiendo esto porque lo prometí, y porque además tengo como 15 minutos para sentarme a escribir y en 15 minutos con lo otro no puedo ni empezar, porque para colmo tengo pilas y pilas de material desordenado, desparramado por todos lados, escrito a mano, en archivos de word, en entradas de un blog privado en el que voy escribiendo todo lo que se me ocurre, en papelitos, en cuadernos...
Hace falta mucho entusiasmo para emprender la tarea. Y por lo menos un par de horas libres. Y estar concentrado, no distraerse con boludeces ni con la televisión ni con internet ni facebook ni nada. Y mucho entusiasmo.

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