sábado, 30 de junio de 2012

desentumeciéndome

Todas estas entradas son como una especie de precalentamiento. De desentumecimiento. ¿Dije esto ya antes? Sé que ya lo escribí en algún lado, pero como no tengo del todo claro qué dejo en borrador y qué publico, en una de esas me estoy repitiendo. No me voy a poner a revisar ahora, a las 11 menos 20 de la noche.

Hay que escribir como si no fuera a leerte nadie, dijo alguien. No me acuerdo de quién. Yo para las citas...

Hay dos formas posibles de hacer las cosas: bien y como puedo.
Eso lo dije yo.

Picasso dijo que la inspiración existe, pero que cuando llega tiene que encontrarnos trabajando. Así que aquí estoy, preparándome por si en algún momento aparece la inspiración.
Ring Ring.
¿Sí? ¿Quién es?
Soy yo, la inspiración.
¿Puede llamar en otro momento? Ahora estoy trabajando.

En todo caso, haciendo honor a la primera cita, cuando me pareció percibir que la preocupación por mi carrera artística me estaba dificultando la escritura, me dediqué a desmoronarla hasta que estuve seguro de que ya no me leía nadie y ahí me pareció que iba a poder escribir más tranquilo.

Igual a la larga no me dio mucho resultado porque me doy cuenta ahora de que la mayor parte del tiempo me sigo comportando como si todavía tuviera alguna posibilidad de algo.
Es increíble cómo uno mismo se crea reglas (arbitrarias, que no obedecen a nada) donde no las hay ni tiene por qué haberlas, donde uno mismo se ocupó de que no las hubiera. En un espacio de total libertad, como debería ser el de la escritura que no va a ser leída por nadie, uno se impone leyes. Hay que hacer esto. No hay que hacer lo otro. Si se hace tal cosa, hay que hacerla de tal manera. ¿Por qué? No sé. Porque sí. Porque si hago las cosas de otra manera y en una de esas me va bien, ¿qué hago?
Preferimos fracasar antes que vernos obligados a cambiar de opinión.
Qué bichos jodidos.

Bueno, no importa. En cualquier momento voy a poner acá lo último que escribí que puede llamarse una obra de teatro, que es una cosa que se llamó FOBIA, escrita allá por el 2007. Qué lo parió. Cinco años. Ya era hora. Le estoy dando una revisada y una reescritura, podando algunas ramas secas. Me parece que está bien publicar lo último que escribí que puede llamarse una obra. Como para ver para dónde sigo.

No hay comentarios: